domingo, 19 de abril de 2009

Demagogia

El Diccionario de uso del español de María Moliner, define la demagogia como: “Práctica política, que puede manifestarse, por ejemplo, en un discurso, que tiene como fin predominante agradar o exaltar a las masas, generalmente con medios poco lícitos”.

Durante casi un año, en los foros especializados en autocaravanismo, alguno de sus participantes han estado difundiendo un discurso plagado de contradicciones.

Los mensajes han sido dirigidos a los usuarios "independientes", con llamadas a la lucha activa, exaltando el sentimiento de frustración o impotencia que genera algunas actuaciones concretas de algunas administraciones concretas que impiden el uso libre y responsable de nuestros vehículos, .

La presión social es una forma de defender unos derechos cuando están siendo conculcados por la administración. Nadie ha puesto en duda la legimitidad de este concepto básico. Sin embargo, en la convocatoria de una manifestación, cuya iniciativa puede afectar a todo el colectivo, es necesario analizar las consecuencias.

Por estas razones nadie puede cuestionar la iniciativa de un grupo de usuarios del foro de ACpasion que han convocado una manifestación o marcha reivindicativa por los problemas para la movilidad en autocarava que existen en Asturias y Santander.

Sin embargo, lo que es cuestionable es el tratamiento que se le ha dado a la convocatoria y la demagogia desplegada por algunos de los convocantes que, en el fondo, perjudica la fortaleza y unidad de acción necesaria para la defensa de los legítimos intereses de los autocaravanistas.

La marcha o manifestación ha sido presentada como algo incuestionable, como un dogma, tachando a los compañeros y sobre todo a las asociaciones que no se han sumado a la misma (que han sido todas menos una) de insolidarios o insensibles ante la defensa de los intereses de los autocaravanistas.

Los convocantes, apoyándose en su criterio sobre la indiscutible necesidad de la marcha, han descalificado de una forma o de otra cualquier opinión que pusiera en duda la validez de la convocatoria o cualquier vía de intervención diferente como el diálogo o la judicial y han tratado como apestados a quienes se han atrevido a discrepar sobre la forma de convocarla, sobre su eficiencia o sobre su oportunidad.

Al final, la marcha se ha convertido en un fin en si misma y en un apoyo personal a sus convocantes y lo que es peor, se ha utilizado como arma arrojadiza contra las asociaciones constituidas y contra sus dirigentes y ha terminado como una quedada.

De lo primero que se han ocupado los convocantes ha sido desautorizar la representatividad de las asociaciones. El argumento principal ha consistido en que ésta no pasa del 10% del colectivo. También se han ocupado en desautorizar cualquier decisión tomada, incluso de forma colegiada, contraria a los intereses o las ideas de los convocantes de la marcha.

Cualquier usuario de autocaravana está legitimado para actuar en la Administración en defensa de sus intereses. Tanto o más legitimado estará cuando en su intervención representa además a un colectivo organizado y además respalda una iniciativa que ha sido analizada, tratada y consensuada entre un grupo de personas.

Una Asociación de usuarios representa únicamente a sus afiliados y defiende los intereses de sus propios afiliados que en este caso coinciden con los intereses de todo el colectivo. Intereses que abarcan la posibilidad de pernoctar en Asturias en el interior de una autocaravana y la posiblidad de estacionar en Santander sin ser denunciados.

De esta forma, las intervenciones que el GTP realiza ante las administraciónes están respaldadas por los afiliados a la PACA, a las Asociaciones federadas en la FEAA y a los usuarios de autocaravanas afiliados a clubes campistas y federados en la FECC en defensa de sus legítimos intereses que no son diferentes a los de los 27 mil "independientes".

Desde la premisa de que un solo usuario tiene derecho a defender sus intereses ante la administración, ateniéndonos a los datos aportados, tres mil usuarios son algunos más que los 170 o 200 que han secundado la manifestación. El absurdo es la pretensión de crear una Asociación sin socios ni directiva y que pretende, lo que ninguna Asociación constituida ha pretendido nunca, representar a los 27 mil usuarios no afiliados.

Aprovechando la coyuntura, algunos de los activistas que, por diferentes razones, están en contra de las asociaciones arremeten contra todo lo constituido y reclaman la regeneración del sistema proponiendo nuevas asociaciones, nuevas federaciones, según dicen, en esta ocasión puras y reivindicativas regidas por autocaravanistas honestos cuyas motivaciones estén exentas de protagonismo y reivindicando la unión partiendo en primer lugar de la división.

Bienvenidas sean estas nuevas asociaciones que están tardando ya en constituirse y por el bien del autocaravanismo esperemos que pronto estén activas. Los veteramos que estamos en este momento en la brecha, cansados y hartos de aguantar críticas infundadas les daremos encantados el relevo en cuanto demuestren de lo que son capaces, lo estamos deseando.

Aquellos que critican sin conocer y sin ni siquiera preguntar cual es la actividad de las Asociaciones y sus medios tampoco valoran la posibilidad de actuar en el seno de las mismas pues alguno de los que se suman al coro de los detractores se han ido o han sido expulsados de alguna de ellas porque no han conseguido imponer sus criterios, por rencillas personales o por la lucha a navajazos por ocupar lo que ahora llaman las poltronas.

Una vez celebrada la manifestación, que según los convocantes ha sido un éxito de asistencia y comportamiento, es el momento de hacer un balance de lo que se ha obtenido realmente para lo cual es necesario hacerse unas preguntas:

¿En qué ha variado la actitud de los responsables de Turismo del Principado en relación a la prohibición de la pernocta en una autocaravana estacionada desde la manifestación?

¿En qué ha variado la actitud del ayuntamiento de Santander en relación a la prohibición de estacionamiento de autocaravanas a consecuencia directa de la manifestación?

¿En qué ha variado la actitud del alcalde de San Vicente de la Narquera en relación a la prohibición de la pernocta en una autocaravana estacionada?

La respuesta es rotunda: absolutamente en nada. A partir de aquí cabe preguntar a los organizadores: ¿Y ahora qué?, ¿Más manifestaciones?, ¿Cuántas y de que modo?, ¿Cuál es la valoración que hacen sobre los objetivos alcanzables?, ¿Como van a resolver los problemas que aparecen en Catalunya, Andalucía, etc?

Desde algunas asociaciones hemos planteado que la manifestación, si debiera celebrarse, debería haberse tratado como un argumento más en el contexto de un conjunto de intervenciones coordinadas en el diálogo que se mantiene con las Administraciones y que habían sido iniciadas con anterioridad por otras personas y Entidades.

Sin embargo los convocantes no han querido saber nada de dialogar con los que ya estaban interviniendo con el mismo fin. Han querido llevar adelante su plan, sí o sí. Una intervención sin cuestionar el medio y sus objetivos con la evidente intención de protagonizar un logro que no han rozado siquiera.

Y esto es debido al enfoque que algunos compañeros que intervienen en los foros dan al movimiento autocaravanista en el que, para ellos, los medios son los fines porque lo que da protagonismo y medallas son las intervenciones cuando las medallas, si las hay, son sólo la consecuencia de unos resultados obtenidos con el trabajo, el compromiso y la responsabilidad y los objetivos sólo se podrán obtener con el trabajo en equipo y con la unión.

La manifestación o marcha ha tenido su papel en la fase de convocatoria y, sin duda, de alguna forma ha mediado en algunas de las decisiones que han tomado las administraciones de Asturias o Santander, pero su efecto se agotó en el momento que fué consumada con el pírrico resultado de unas pocas referencias en la prensa local y una inútil entrevista con el alcalde de San Vicente de la Barquera a costa de crear más división entre el colectivo.

Ahora las administraciones conocen nuestra escasa capacidad de convocatoria y conocen también nuestra nula capacidad para armar ruido en los medios, nuestra división y en lo poco que pueden afectarles políticamente las manifestaciones de autocaravanistas. Se ha gastado un cartucho porque alguien se ha empeñado en disparar, pero lo grave es que en vez de apuntar contra los que se oponen al uso legítimo y racional de nuestras autocaravanas, han apuntado contra sus propios compañeros afiliados a las diferentes asociaciones.

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