En el foro de ACpasion se ha suscitado un debate interesante sobre los inicios del movimiento autocaravanista en Francia. Quizá algún día tengamos el placer de escuchar cómo alguno de sus protagonistas nos explica en directo el camino recorrido por los compañeros franceses. Sin embargo conocemos, aunque superficialmente y sobre el papel, la situación actual del autocaravanismo y del movimiento autocaravanista en Francia y las diferencias existentes con España.
La primera diferencia evidente es el parque de autocaravanas. Mientras en España en 2006 era de 25 mil, en Francia se componía de 150 mil (ECF, Libro Blanco del Caravaning). Esta circunstancia, unida a la acogida de autocaravanistas europeos, por su indudable interés turístico y los medios puestos a su disposición hacen de Francia un país donde el turismo en autocaravana representa un fenómeno social y económico relevante.
En Francia no todo es de color de rosa para el autocaravanismo. Su mayor ventaja, el número de autocaravanas que circulan realizando etapas, es a la vez su mayor problema. En numerosas comunas que soportan la presencia masiva de autocaravanas coexisten los gálibos y las prohibiciones que limitan el estacionamiento con la oferta de áreas de acogida acondicionadas.
Sin embargo, Francia es un país donde un autocaravanista puede acudir con la seguridad de que va a disponer de un lugar donde hacer una etapa y de suficientes medios para el suministro de agua y vertido de residuos. Un lugar para pernoctar porque a las autocaravanas se les aplica la ley de tráfico cuando estacionan en la vía pública y áreas de servicio porque la oferta es la respuesta a la demanda y además porque la aplicación de la Ley no deja otras alternativas más cómodas a los alcaldes.
La segunda diferencia es el sistema judicial, el tercer poder del Estado. Tercer poder que en Francia , a diferencia de España, defiende con eficiencia los legítimos intereses de los ciudadanos frente a los abusos de las administraciones. Una maquinaria judicial más eficiente, más rápida y más económica que la española en la que el ciudadano puede confiar.
La tercera diferencia significativa es la situación del asociacionismo o del movimiento autocaravanista. En Francia las intervenciones en defensa de los legítimos intereses de los autocaravanistas están en manos de un Comité de Coordinación, el CLC (Le Comité de Liaison du Camping-car), compuesto por usuarios y profesionales del sector y regido de forma colegiada.
Los usuarios están presentes a través de:
La Federación Francesa de Asociaciones y Clubes Autocaravanistas FFACCC
La Federación de Francesa de Camping y de Caravaning FFCC
En Francia lo que cuenta son los fines asociativos y la convergencia de intereses para defender la movilidad en autocaravana en lugar de los prejuicios y fobias personales que priman en España, de esta forma los objetivos que rezan en la presentación del CCL en su Web indican:
“Su misión consiste en la defensa de los intereses ligados a la utilización de las autocaravanas bajo todos sus aspectos y particularmente la acogida de estos vehículos, su estacionamiento, su entorno, los derechos y deberes de los usuarios, la reglamentación administrativa y técnica y la fiscalidad”. De esta forma, por encima de las siglas, lo que cuentan son las intervenciones realizadas y los objetivos.
Los problemas que afectan a la movilidad de las autocaravanas a los que tenemos que enfrentarnos en España son comunes a todos los usuarios afiliados o no a asociaciones autocaravanistas o campistas y necesitamos todos los medios disponibles.
Si realmente la voluntad de solucionar los problemas es sincera nuestro deber es dejar a un lado los prejuicios y los protagonismo y unirnos para lograr la fuerza, la representatividad y los medios necesarios para enfrentarnos a los abusos de las administraciones por todos los medios legales.
Si realmente tenemos que exigir a los políticos que cumplan con la función para la que han sido elegidos sin depender de sus caprichos o del amiguismo, tenemos que obtener el peso social que otorga la representatividad para ser tenidos en cuenta.
Si realmente tenemos que hacer valer nuestros derechos legales ante la justicia necesitamos disponer de los medios económicos necesarios.
Por eso, si queremos avanzar, tenemos la necesidad de estar unidos, de participar en las Asociaciones, de elegir a los dirigentes más idóneos para llevar a cabo nuestros propósitos y esto solo se consigue a través de la participación activa.
Por un lado con la afiliación a las Asociaciones se participa otorgando la representación y los medios con las cuotas. Participar en los actos sociales y lúdicos de los clubes y beneficiarse de las ventajas materiales de las mismas son motivos lícitos para asociarse, pero además es necesario exigir que los responsables que adquieren compromisos participen también en la reivindicación de nuestros derechos como autocaravanistas.
No es necesario inventar ningún modelo social nuevo porque ya existe una estructura que ha demostrado ser eficaz si es convenientemente dirigida: plataformas reivindicativas de ámbito nacional, clubes de autocaravanistas federados y secciones de autocaravanistas de clubes campistas. Todas ellas asociaciones de usuarios de autocaravanas cuyos problemas e intereses son comunes. Y si no existe el club, asociación o plataforma que responda a nuestras necesidades se crea.
Sabemos que la afiliación no sobrepasa el 15% de los usuarios, pero esto no significa ni más ni menos que ése es el peso social de una forma de acción coordinada y colegiada y que estos autocaravanistas afiliados voluntariamente han confiado la defensa de sus intereses ante las administraciones a sus dirigentes. Dirigentes que evidentemente sólo pueden actuar en representación de sus afiliados aunque defiendan unos intereses que son comunes a los 30 mil usuarios.
Las asociaciones, para ser válidas, deben disponer de los mecanismos necesarios para elegir y revocar a sus dirigentes y que éstos no pueden ser nunca más que representantes de la voluntad de sus electores.
El resto, los no afiliados, han renunciado a ser representados aunque cada uno de ellos puede ejercer el derecho individual a defender sus propios intereses y los de aquellos que puedan confiar eventualmente en una gestión puntual, pero sin haber pasado por el Registro y sin haber pasado por unas elecciones difícilmente podrán obtener la legitimidad necesaria como para representar ante la administración más allá de su propia persona y las firmas que hayan podido recabar a través de un medio de comunicación para realizar una gestión puntual.
En España, después de muchas vicisitudes existe un pacto entre las principales asociaciones de usuarios y de profesionales del sector para actuar conjuntamente ante la administración. Este pacto que es el resultado de un ejercicio de responsabilidad de los dirigentes de las Entidades que lo componen está abierto a cualquier fórmula que permita potenciar todos los caminos que nos lleven a avanzar en la resolución de los problemas que nos afectan como usuarios de autocaravanas. Dispuestos a debatir y consensuar, nunca a imponer, las vías y los métodos idóneos para llevar a cabo los fines propuestos que coinciden uno por uno con los que guía al CLC.
domingo, 26 de abril de 2009
Los movimientos autocaravanistas en Francia y España
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